En abril, el Camino de los Siete Lagos

Entre Bariloche y San Martín de los Andes, el Camino de los Siete Lagos muestra la montaña, el agua y los bosques en toda la gama de los ocres, paisaje otoñal que parece haber sido sacado de un cuento de hadas.   

Entre San Martín de Los Andes y Bariloche, se descubre una de las sinuosas rutas más hermosas del mundo: el Camino de los Siete Lagos. Este camino montañés (que cierra su paso en invierno por las dificultades que presenta la nieve) en otoño no tiene igual la calidez de su paisaje. Es conveniente recorrer la ruta a lo largo de varios días, para acampar y realizar excursiones en la región. Asimismo, se podrá apreciar que los lagos son más que siete. 

Si se comienza el camino en  San Martín de los Andes, el primer lago es el Lácar, un profundo espejo de aguas de 26 kilómetros de largo que distingue en su lado sur, las paredes erosionadas del Cerro Vizcachas. Al salir de San Martín es posible optar por un desvío al lago Meliquina, o bien seguir hacia el sur ascendiendo por la costa del Lago Machónico, bordeado de bosques y algunos tramos de estepas. Sobre el lago hay un mirador, y poco después comienza el valle del lago Hermoso, al que se llega por otro desvío. Para algunos, este lago, que no puede observarse  desde la ruta, donde hay lugares para acampar, es el más lindo del recorrido. Más tarde, la  ruta abandona los territorios del Parque Nacional Lanín para entrar en los del Nahuel Huapi, y así se llega a otro de los puntos: la cascada Vullignanco, con una caída de 20 metros sobre el río Filuco, dividida en dos por un peñasco central.  

Luego, el Camino de los Siete Lagos converge  sobre dos espejos separados por algo más de un kilómetro: son los lagos Villarino y Falkner. La división de  estos dos lagos está dada por el río Villarino, el favorito de los pescadores. Un poco más adelante, el camino guarda otra de sus  maravillas: es el  lago Escondido, el más pequeño del circuito. Luego se encuentra  el lago Traful, propicio para los acampantes y los pescadores con mosca. Durante el verano, se concentran en las cabañas, hoteles y hosterías de la pequeña Villa Traful numerosos turistas y caminantes que salen en excursión desde este lugar. El lago alcanza los 80 kilómetros cuadrados y se enmarca en un paisaje típicamente cordillerano, con bosques y  picos nevados que contrastan con el cielo. Cerca del lugar, se encuentran otros recorridos posibles, ya sea a la Cascada Co Lemu, el Bosque Sumergido, las lagunas Mellizas o las picadas al cerro Vigilante, entre muchos otros. 

Así, el camino se va aproximando a Villa La Angostura, una villa de montaña con sus cabañas, bungalows y hosterías a orillas del lago; y el centro de actividades del cerro Bayo, que funciona tanto en invierno como en verano. Algunos prefieren visitar desde aquí el Bosque de Arrayanes, que tradicionalmente se conoce en excursiones lacustres que salen de Bariloche. Finalmente, después de Villa La Angostura el recorrido termina en Bariloche, con el imborrable recuerdo de la montaña, el agua y los bosques pintados en toda la gama de los ocres, sobre un camino que parece haber sido sacado de un cuento de hadas.